El Mindfulness (atención plena) o meditación, es una práctica milenaria, que permite que te sientas plenamente presente, para captar una realidad que normalmente se nos escapa y poder observar con mente curiosa y abierta el caudal de pensamientos, sensaciones y sentimientos como un camino indispensable para descubrir un nuevo universo de posibilidades, utilizando nuestra mente como un instrumento para la transformación.
Según estudios científicos emitimos una media de 60.000 a 70.000 pensamientos diarios mínimo, los cuales la mayoría son negativos, repetitivos y del pasado, sin darnos cuenta, y aunque queramos o no, éstos influyen en el comportamiento y las percepciones sobre nuestro entorno, nuestro estado emocional, en cómo nos sentimos y al final determina una realidad acorde a ese contexto.
La meditación como herramienta para el autoconocimiento.
Cuando hablamos de meditación, lo primero que nos viene a la cabeza es alguien sentado con las piernas cruzadas ante un altar de la casa, o un yogui barbudo cubierto con una túnica sentado en una cueva del Himalaya, o algo por el estilo. Ésta persona quizá sea una representación de lo que tú entiendes como un método para “aquietarse”, vaciar la mente o concentrarse en un pensamiento.
En el lenguaje tibetano meditar significa “conocer algo”, por esa misma razón la meditación también se usa como sinónimo de autobservación o autoindagación.
La observación es el primer paso para comprender un comportamiento o situación. El momento crucial de cualquier cambio es cuando pasamos de ser algo a observar ese algo. Por ejemplo: ¿Cuántas veces nos ha pasado que no nos gusta algo determinado, ya sea un trabajo, o algo de nuestra pareja y cuando nos preguntan que no te gusta?, lo primero que nos sale es decir no lo sé. Y así tendemos a generalizar prácticamente todo lo que nos rodea, hacemos eso hasta con nosotros mismos, entrando en un bucle sin solución. En éstas situaciones es sumamente importante aplicar la atención plena, la observación y la autoindagación para que ningún pensamiento, emoción o conducta inconsciente pase desapercibido, y poder así conocer o tomar conciencia de una manera concreta sobre lo que nos disgusta y saber exactamente que transformar de esa situación. Un ejemplo, si decides ser feliz, el primer paso es dejar de ser infeliz, sería muy obvio, claro, aunque ¿Cómo? Pues observando que ocasiona mi infelicidad, que percibo de mi entorno que no me permite ser feliz, logrando obtener respuestas que me lleven a la transformación.
Si eliminas los estímulos del mundo exterior cerrando los ojos y calmándote (reduciendo los estímulos sensoriales), aquietando el cuerpo y dejando de centrarte en un tiempo lineal, advertirás lo que estás pensando y sintiendo. Y si empiezas a fijarte en tus estados inconscientes de la mente y el cuerpo y logras conocer tus programas automáticos inconscientes hasta ser consciente de ellos, ¿Estarás meditando? La respuesta es sí. Meditar es “conocerse a sí mismo”.