Las épocas de crisis son los momentos de nuestra vida de mayor creatividad, pues ponen de manifiesto, nuestras dotes para, empezar de cero, recomponer nuestra vida o cambiar de rumbo.
Si nos paramos a pensar y a recordar, aquellos momentos difíciles que vivimos, nos daremos cuenta de lo creativos que fuimos, buscando alternativas y soluciones.
La crisis mundial que estamos viviendo, supuestamente causada por el COVID-19, nos ha llevado a la hibernación. Al interior. Nos está confinando en nuestras casas, para que dejemos de hacer lo que estábamos haciendo, nos quedemos quietos, y nuestra actividades cotidianas y rutinarias, cesen. Así lo hemos hecho. Y como si de un truco de magia se tratara, de algo a priori aburrido y monótono, ha brotado una gran corriente artística en la humanidad, que nos ha dejado a muchos, en múltiples ocasiones, sin palabras.
«Si eres una persona con talento, no significa que ya hayas recibido algo. Quiere decir que puedes dar algo».
Carl G. Jung.
Hemos podido ser testigos de cómo alguien, se ponía delante de su piano en un balcón, y con el único acompañamiento de un saxofón vecino, entonaban una canción. También hemos visto representar la cabecera de una famosa serie, desde las ventanas de sus casas, o a la vecindad de varios edificios, representar una iluminación discotequera a ritmos de música dance. Tenemos un nadador en un monopatín, un dj con unos fogones, dos tenistas peloteando desde los balcones o la fabricación de una cinta de correr, con una lavadora y unos cuantos litros de lavavajillas concentrado. Y como no mencionar, la habilidad para fabricar, mascarillas y trajes de protección con bolsas de basura. Entre otros muchos, que cuanto menos, nos han sacado una sonrisa, una carcajada o una lágrima.
Estos días, estamos disfrutando de conciertos de nuestros cantantes favoritos, lecturas de libros, entrevistas de personas influyentes y actuaciones de reconocidos humoristas. Nos están enseñando a cocinar, a hacer yoga, ha escribir un libro o a como serenarnos frente a una situación.
En definitiva, los humanos, estamos permitiendo que salga de nosotros, esa característica que frecuentemente olvidamos: La creatividad.
Ahora bien, ¿qué hacemos con ella cuando esto pase? ¿vamos a volverla a dejar reposando en una cajón hasta la próxima crisis? ¡Sería una lástima!
Aprovechando la oportunidad que nos está dando, ser testimonio vivo de lo que está sucediendo mundialmente, podemos en el futuro, desarrollar esta imaginación que tanto nos está aportando en estos días, para que nos acompañe en todas las parcelas de nuestra vida cotidiana, convirtiéndola en una gran aliada contra la monotonía, la apatía y la falta de sentido del humor, al que nos enfrentamos diariamente.
De poco o nada sirven las experiencias, si no aprendemos de ellas. Si algo nos está enseñando esta pandemia, es nuestra capacidad de reinventarnos, de cambiar de perspectiva, de regenerarnos y de renovarnos. No lo olvidemos cuando todo esto pase.
«La creatividad es la inteligencia divirtiéndose».
Albert Einstein.
Por tanto, ahora que tenemos tiempo para reflexionar y para analizar y analizarnos, voy a lanzar una invitación: Invito a que cada uno de nosotros, analice su potencial creativo y busque en que partes de su vida, ese potencial puede ser útil y beneficioso. Después, atrevámonos a aplicar ese cambio y observemos los resultados. Es más que probable, que nos sorprendan.
Escrito por May Artillo.